Qué rápido que pasan ciertas cosas.

 

Qué rápido que pasan ciertas cosas.

Qué rápido se cierran las gargantas,

las ganas de luchar, qué poco aguantan

si duermen tibias en lechos de rosas.

 

Parece que hace un siglo de la guerra...

Parece que un montón de años pasaron

del día en que mil sueños destrozaron,

los amos más impunes de la tierra.

Parece que hace un siglo de la guerra

y todavía el suelo está quemando.

 

Qué rápidas las manifestaciones...

Marcharon esas marchas un segundo...

Será que cuando marcha el primer mundo,

la marcha se detiene en vacaciones.

 

Parece que no quedan más misterios

y todo está normal y esclarecido,

ahora que la paz se ha conseguido...

La paz que reina sobre el cementerio.

Parece que no quedan más misterios,

qué bien que sienta el trago del olvido.

 

Qué rápido llené de gasolina el tanque de mi carro americano.

Qué rápido el derecho del humano se aplasta con el tanque que asesina.

 

Parece que pensar no nos conviene, en tanto siga llena la barriga.

Tendremos que vivir como nos diga, la locutora de la CNN.

 

Qué rápido bajaste tu bandera

qué fácil fue dejar que la pisaran.

Guardamos la casaca de Guevara

porque nos da calor en primavera. 

 

Parece que las voces tan fugaces

del grito que se oyó sólo por horas,

como era de esperar, callaron todas

cuando les arrojaron cuatro gases.

Parece que las voces tan fugaces

hoy solo cantan la canción de moda.

 

Qué rápido que baja la marea y deja las pasiones encalladas.

Qué fácil es hablar y no hacer nada, qué rápido se olvidan las ideas.

 

Será que duele tanto la memoria... Será que es preferible ser tarado

y andar por ahí feliz, descerebrado, y al llanto y al sufrir, cantar victoria.

 

Qué rápido abandonan la cubierta

las ratas más cobardes del navío.

Lo aprenderemos bien, amigo mío,

cuando el horror golpee nuestra puerta.

 

Letra y Música: Ignacio Copani